El crimen de bar Monte fue una venganza entre conocidos

Los seis balazos con los que acribillaron a Pablo Irusta (35) en la vereda del bar Monte durante la madrugada del viernes 16 de enero fueron disparados por el impulso de una venganza por otro hecho con arma de fuego, aunque esa vez la víctima había logrado sobrevivir.

Los cuatro protagonistas de este homicidio se conocían bien. Irusta, Matías Montenegro (25), Martín Rodriguez (35) y su hijo de 16 años, todos tienen antecedentes contravencionales y penales por delitos de robo.

Se dice que han estado de “andanzas” juntos y se presupone que diferencias entre ellos originaron la disputa, según deslizaron desde fuentes policiales.

Un antecedente

El dato a tener en cuenta es otro hecho en el que uno de los ahora acusados del homicidio fue víctima de disparos que les causaron heridas, y que fueron realizados supuestamente por el fallecido en la balacera frente al bar.

El chico de 16 años recibió perdigonadas de una escopeta a través de una ventana, mientras estaba en su casa de barrio Parque Norte, en un hecho registrado el jueves 8 de enero. Todavía tiene marcas de las heridas.

Se supone que ese hecho fue un intento de ajuste de cuentas por parte de quienes le dispararon, que esa noche andaban en moto y serían Irusta y su acompañante Montenegro. Ya había diferencias manifiestas.

Para vengar ese ataque, Martín Rodriguez y su hijo de 16, se subieron en la madrugada del viernes 16 a un Chrevrolet Corsa bordó y se dirigieron hacia el bar Monte decididos a matar.

Ya parece que los disparos intimidatorios, a los pies o en el piso, no son suficientes para cobrarse alguna deuda pendiente. Ahora tiran al cuerpo directamente.

Buscan las armas

Las armas con las que ejecutaron a Irusta no fueron halladas. Se presupone que usaron revólveres calibre 32. También se especula con que fueron “alquiladas” por padre e hijo para este hecho y luego devueltas a quien las poseía.

La Policía, a través del grupo Eter, allanó horas más tarde cinco viviendas en diferentes barrios de Villa María, buscando las armas.

Procedieron al secuestro de una carabina, dos escopetas calibre 12 y prendas de vestir varias, pero no los revólveres con los que mataron a Irusta e hirieron a Montenegro.

Rodriguez y su hijo fueron detenidos. El primero está en la cárcel de barrio Belgrano y el otro trasladado al Complejo Esperanza, en Córdoba. El caso está caratulado como homicidio calificado por la premeditación y la participación de menores de edad.

No hay certeza de que la escalada de violencia termine aquí. Así como entre estas personas hubo disparos cruzados por cuentas pendientes, no se descarta que allegados a unos u otros puedan intentar nuevamente querer “cobrarse” esta muerte usando métodos similares.

 

Foto: www.lavoz.com.ar

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