A pesar de los intentos por minimizar su impacto, se ha vuelto más notorio en los últimos tiempos el fuerte olor que desprenden las grandes cantidades de excrementos de aves que dormitan en los árboles de plaza Centenario y alrededores.
Es una marca características que no es fácil de borrar, aún con las habituales tareas de limpieza que se realizan en las veredas de ese espacio verde. A diario puede verse cómo vuelven a amanecer cubiertas de desechos.
Café con aroma a…
En los cafés ubicados en las aceras frente a la plaza, es inevitable aspirar ese inconfundible olor, algo que meses atrás no se percibía. O al menos no tan intensamente.
Además de lo desagradable de la “fragancia” y lo poco estético que resultan las veredas cubiertas de desechos, hay otros inconvenientes asociados, como son la transmisión de enfermedades a las personas y daños a la pintura de los vehículos que se estacionan debajo.
Este no es un problema exclusivamente local, sino que está extendido mundialmente. En Internet es muy fácil comprobar que es algo con lo que deben lidiar municipios de todas las latitudes en las que palomas, pájaros y todo tipo de aves tienen una presencia masiva en plazas y espacios públicos.
Enfermedades y otros males
Hay por lo menos 10 enfermedades que pueden llegar a transmitirse por el excremento de las aves a los seres humanos. El sitio www.controlpalomas.cl, perteneciente a una empresa que combate plagas de palomas, hace un listado de ellas, y sostiene lo siguiente:
“La transmisión de enfermedades de aves al ser humano es baja, pero los niños y ancianos presentan la mayor incidencia. Muchas de estas son transmitidas por ingestión o por contaminación de material fecal, la prevención de ellas simplemente involucra una higiene adecuada. Las infecciones en las palomas se presentan usualmente de manera gastrointestinal y al defecar el excremento contiene grandes cantidades de gérmenes que al secarse se convierten en focos de infección al ser barridos o transportados por el viento y la lluvia”.
En ese mismo sentido, el sitio www.ehowenespanol.com agrega:
“Las aves pueden portar muchas enfermedades zoonóticas o enfermedades que pueden transmitirse del ave a los seres humanos. La transmisión, por lo general, ocurre cuando el humano inhala o ingiere partículas de excremento infectadas. La gente inmunodeprimida, las personas mayores y los niños pequeños deben tener extrema precaución alrededor de los desechos de las aves”.
Una marca imborrable
Por otro lado, pensando también en las consecuencias para los autos que se estacionan debajo de esos árboles poblados de aves, en el portal de www.diaadia.com.ar puede leerse una nota del periodista José Reyna, que advierte sobre los daños en la pintura:
“El gran problema de esto no es sólo la cuestión estética, sino que la ‘caca’ en general de las aves tiene un poder corrosivo sobre la pintura de los vehículos muy dañino en general, pero más aún cuando salís de esa sombra y el sol fija esa mancha tan desagradable sobre alguna de las partes de tu auto. El sol calienta la pintura del coche y hace que se dilate. Al mismo tiempo que la pintura se expande, el ‘regalito’ de pájaro se deshidrata, y cuando llega la noche y bajan las temperaturas, la pintura se contrae creando formas y marcas que quedan para siempre”.
¿Qué hacer?
La pregunta que sobreviene es qué hacer, sin que se llegue al extremo de eliminar los árboles ni aplicar un exterminador de aves.
Fotos: Villa María Vivo.