Por Jesús Chirino (*).
Señor intendente municipal Martín Gill, considero que podremos coincidir en que el respeto de los derechos de los trabajadores estatales se relaciona con el modelo de sociedad que plantea el gobierno de turno.
Quizás pueda acordar que si desde el Estado se violan los derechos de los empleados es muy difícil, sino imposible, creer que estamos ante autoridades que trabajan para una sociedad justa. Entenderá que no alcanza repetir que el centro de una administración es el hombre, sin respetar los derechos básicos de los trabajadores sólo es un discurso sin profundidad, sin compromiso real, y desmentido por los hechos.
Entiendo que muchas veces, más allá del deseo, los cambios no pueden realizarse completamente de manera inmediata. Y algo de eso puede pasar con la situación de la precarización laboral en el municipio de Villa María, pero indudablemente resulta posible cambiar el rumbo fijando un camino que llevé hacia el total respeto de los derechos de los trabajadores.
Pero no parece ser esta la senda que ha tomado usted cuando, hace poco, firmó que sólo quince trabajadores pasarán a planta permanente en este año. Esa cifra no revierte el índice de empleados en situación precaria e incluso, a partir de los jubilados y nuevos ingresos, llevará a elevar el porcentaje de precarizados en el municipio.
Me animo a escribirle porque quizás usted no ha sido debidamente informado y por ello no comprende la terrible realidad de quienes hacen más de un decenio trabajan para el Estado local sin que sean ingresados a la planta de personal permanente.
Eso ha generado realidades difíciles para los trabajadores: diferencias en derechos entre quienes hacen las mismas tareas; diferencias en los sueldos; injusticias como la que sufren las compañeras embarazadas cuya licencia por maternidad depende de la arbitrariedad del jefe sin importar lo que dice la Ley; el no cobro de la antigüedad; la inestabilidad propia de quienes están bajo una relación precaria de trabajo; y un largo etcétera de situaciones injustas.
A muchos compañeros les cuesta entender que no tome de manera decidida este tema, aportando a una solución real del mismo. Conoce bien nuestros reclamos, que siempre se los hicimos mediante nota directa y luego por los medios públicos.
Hace un tiempo un compañero trajo a nuestro gremio un recorte de “El Diario”, de junio de 2011, cuando usted aún era rector de la Universidad. Quizás no recuerde que pensaba entonces, pero en el papel quedaron impresas sus expresiones.
Entre otras cosas dijo estar contento por un acuerdo que fijaba el pase a planta administrativa de cien trabajadores de la Universidad Nacional de Villa María. Textualmente, señaló que ese acuerdo permitía “hacer realidad la premisa que dice que a igual trabajo corresponde igual remuneración, iguales derechos e iguales obligaciones”, incluso agregó que en la Universidad estaban preocupados “porque muchas veces se iban generando dos realidades diferentes entre los trabajadores; una de ellas con todas las garantías y derechos, y otra más precaria…”.
Usted sabe que le pedimos no producir nuevos ingresos de personal hasta tanto no se regularizara la situación de actuales empleados municipales. Pero vimos ingresos e incluso el despido de algunos compañeros que fueron echados con cierto cinismo por parte de autoridades que les dijeron que no eran empleados sino simples “facturantes”, para que pudieran ingresar otra gente a hacer lo mismo que bien desarrollaban los despedidos.
Intendente, en Villa María todos sabemos que los facturantes municipales son empleados a los cuales el Estado no les reconoce la relación laboral y por ello están, al igual que los facturantes, en esas realidades precarias que usted mismo advertía en 2011.
Fíjese que a los faturantes aún no le ha pagado la recomposición salarial, cuando todo está aumentado. O advierta lo que pasa con las compañera embarazadas que si son de planta permanente gozan de los 6 meses de licencia por maternidad, como dice la Ley, pero sin son facturantes son discriminadas. Estará usted de acuerdo que son temas de gran sensibilidad, tal cual lo es el articulado discriminatorio del estatuto del empleado municipal.
Le escribo por todas estas realidades precarias y porque creemos (como usted decía en 2011) “que a igual trabajo corresponde igual remuneración, iguales derechos e iguales obligaciones”. Ese es un punto de encuentro, desde allí se puede entender y poner manos a la obra para terminar con la precarización laboral en el municipio. No tenga miedo al diálogo y la construcción de derechos, eso dignifica a los trabajadores y también a las autoridades que asumen ese camino.
(*) Jesús Chirino, secretario general de UTEM.