Por Andrés Ferreras.
Aún con la prensa de la época al servicio de los totalitarismos gobernantes en Europa, un artículo de un solo periodista contando simplemente lo que vio y escuchó, bastó para derribar montañas de mentiras y confusiones montadas desde el poder.
Fue tras el bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937, que los medios de España, Alemania e Italia escondieron a los verdaderos autores de la masacre, las fuerzas aéreas de sus propios países, para acusar falsamente al “enemigo” de haber causado la destrucción de ese tranquilo pueblo.
Hubo un periodista que se enteró de lo que había ocurrido y viajó hasta el lugar. Recorrió, miró, preguntó y escribió. George Steer se encontraba en España, enviado por el diario británico The Times, para reportar sobre la guerra civil. Desde un hotel, frente a su máquina de escrbir, le dio forma a la crónica que puso en evidencia, con pruebas, la participación militar de los tres países.
El ataque injustificado, desmedido, carnicero, fue descrito por los diarios oficialista como una falsa operación de la “mentirosa prensa judía” y un autoatentado de los separatistas. Sólo la crónica del periodista inglés puso un contraste a la versión oficial.
En el marco de la Semana Nacional Vasca 2013 en Villa María se emitió el documental “Bombardeo Guernika”, con testimonios de los sobrevivientes y documentos de la época. El audiovisual detalla la planificación, ejecución y motivaciones del ataque. La figura del cronista es evocada por uno de los testigos de las bombas. “Gracias a que estuvo ese periodista”, dijo uno, el mundo pudo conocer la verdad.
Las palabras de Steer inspiraron a Pablo Picasso para su memorable obra. Un busto de bronce lo recuerda en un plaza de Guernica y una de las calles lleva su nombre. De los que escribieron los otros artículos, nadie se acuerda ni se quiere acordar.