El pugilista nacional entró en el libro gordo del boxeo mundial. Con la exitosa defensa –producto de un gancho sensacional a la zona hepática- obtenida la noche del sábado sobre el retador mexicano, Antonio García, en el Anfiteatro Centenario Municipal de Villa Maria se convirtió en una leyenda de este deporte al lograr conservar su corona por once veces consecutivas. Un número nunca antes logrado en la categoría supermosca de la OMB.
Luego de las desprolijidades y hechos pocos serios ocurridos en la balanza, pudieron tomarse revancha arriba del ring aunque ya nada había en juego. Allí fue el lugar donde se conoció la única verdad, y se apreciaba como cada uno optaba por distintas estrategias de pelea.
Claramente el “Rey de los supermoscas” buscaba entrar en combate corto, mostrando mayor claridad y estudiando los movimientos de su contrincante para ofrecerle golpes mas precisos. Con mucha actitud desde la campana inicial consiguió dominar el combate, siendo el protagonista principal de la noche.
Desde el comienzo Narváez sorprendió con la postura tomada, en constante búsqueda del centro de la escena, quizás por la juventud del rival. Posición muy poco habitual ya que suele ser más defensivo. Una de las claves también fue la permanente rotación de sus guardias.
Todo lo contrario propuso “El Tostado” Gracia, quien por denotar mejor alcance de brazos le favorecía pelar con cierta distancia para que el argentino no llegara a conectar en su rostro.
Dejó claras muestras de personalidad, y fue al frente mientras pudo, pero a veces su corta edad le jugaba una mala pasada.
Hasta que, cuando promediaba la mitad del cuarto round se desprotegió en la zona abdominal e involuntariamente le sirvió un gancho para la mano mas hábil de “El Huracán” Narváez que lo aprovechó a fondo y lo mandó a lona dejándolo sin reacción para ponerle punto final a una página mas de su extensa y exitosa carrera.