Por José Naselli (*).
El Dr. Martín Gill, en actitud que lo enaltece, puso en marcha la denominada plataforma para la apertura de datos municipales, presentada como el paradigma de gobierno abierto, basado en los principios de transparencia, participación y colaboración ciudadana.- y espontáneamente, expuso su situación patrimonial, jalón honroso en la historia de la ciudad.
Sin embargo, en simultáneo, tenía lugar en el deliberante un episodio bochornoso, protagonizado por los ediles de la “mayoría”, que abortaron la posibilidad de que se conocieran las declaraciones juradas patrimoniales de Accastello, cuya promesa de abrirlas resultó mera “bravata”, imitando al tero que, con sus gritos, evita se sepa dónde esconde sus huevos.
Fue tan ignominiosa la actitud de los ediles oficialistas, que no puedo menos que coincidir con la expresión de Carina Bruno cuando, con justificada indignación, catalogó a sus pares “de enfrente”, como concejales de Accastello, antes que concejales de la ciudad.
Así nos enfrentamos con una inquietante paradoja: todos los concejales oficialistas, como también los tribunos Oyola y Boaglio, lograron sus respectivos cargos, traccionados por el prestigio y el crédito moral que la ciudadanía otorgó al Dr. Gill. Habría que preguntarse si realmente esos mismos individuos están trabajando en consonancia con los principios morales y políticos que el Dr. Gill pretende introducir como impronta de su gobierno. Quizás hoy el sr. Intendente encuentre mayor receptividad, comprensión y apoyo en muchos que no compartieron jamás su pensamiento político, que quizás ni siquiera lo votaron, antes que en estos personajes.
Con este panorama, la apertura de datos anunciada, se asemeja a un puente que apenas ha comenzado a construirse. Los bolsones de corrupción que anidan en algunos espacios de la comuna, subsisten intocables. Daremos un solo ejemplo: los entes presididos por Bovo y Wester, no han rendido cuentas sobre supermillonarios subsidios recibidos, a pesar de existir una ordenanza que así lo establece.- esta conducta alevosamente ilícita, se ha mantenido en el tiempo, gracias a la actitud complaciente (por no decir cómplice) de algunos magistrados. A fines de 2015 estos subsidios superaban los 60 millones de pesos. Nadie, ni el mismo Dr. Gill, pueden saber cómo se gastaron.
De nada servirá entonces poner en marcha el nuevo sistema de datos públicos, si el sr. Intendente no hunde el bisturí “hasta el hueso” y termina con esta vergonzosa farsa de sostener que las rendiciones de cuentas de los subsidios, se hacen a través de balances que pueden leerse vía internet. El sr. Intendente, como abogado, sabe muy bien lo que significa una rendición de cuentas desde el punto de vista técnico jurídico, moral y político.
De no hacerlo, estos iniciales pasos en aras de la transparencia, quedarán como un puente a medio construir. O sea, como un instrumento insuficiente o peor aún, completamente inútil.
Sr. Intendente: está demostrado que “la historia nunca avisa”. Hoy usted está a tiempo de completar la construcción del puente. No hacerlo, significa el riesgo de que estas medidas, bienvenidas por la mayoría, terminen como la novela del “gatopardo”: “cambiar, pero para que nada cambie”.
(*) Ex Tribuno de Cuentas de Villa María.