Las maestras de la Escuela 271 de El Malezal, Corrientes, manifestaron la odisea que les resulta ir a dar clases en un Primario Rural.
Para darle clase a 76 alumnos de bajos recursos que viven en una zona de montes y arroyos, cinco docentes y una portera pasan la semana entera semi aisladas en la escuela. Allí no hay señal de celular, teléfono fijo, ni radio. Y están sin luz eléctrica desde hace un año.
A un matutino, los maestros le contaron que corren los bancos y duermen en las aulas, con colchones que recibieron de alguna donación. Allí mismo, donde dan clases, cocinan con una garrafa conectada a dos hornallas. Y los niños toman una copa de leche, reciben un plato de comida, como fideos o arroz.
Susana Paladino, maestra de primer grado, destacó: “Hace más de un año un enjambre de abejas atacó a la directora. No se murió de casualidad. La salita de emergencias está a dos horas de acá”.
La Escuela 271 está a unos 100 kilómetros de Esquina, en el sudoeste correntino. Las maestras llegan al lugar luego de recorrer 10 kilómetros del trayecto en canoa, tras pasar por los arroyos Sarandí y Sarandií. Incluso, si la canoa se encaja o no resiste el peso, tienen que seguir a pie, a veces con el agua hasta la cintura. Cada fin de semana, después de la odisea, vuelven a sus casas.
Mientras que los chicos, que viven más cerca, se organizan para llegar. “Si llueve, llegan con sus alpargatitas mojadas y se quedan toda la mañana así”, relata la maestra Carmen Arismendi. Por los campos y montes que rodean a la escuela se arrastran serpientes yarará, pero en el botiquín no tienen suero para aplicar primeros auxilios.
En cuanto a la clase, los alumnos de jardín hasta sexto grado, se reparten en tres aulas, una dividida por un armario.
Los reclamos de los docentes fueron muchos, pero el gobierno de la provincia hizo oídos sordos hasta hace unos días. Se inició un plan de obras. El director de Infraestructura Escolar de Corrientes, Roberto Monzón, confirmó que se van a arreglar las filtraciones del techo, los revoques y se construirá un reservorio de agua para retener agua dulce de la lluvia. También, se instalará un cerco para que los chivos que pastorean dejen de entrar. Y llevarán baterías nuevas para que, de una vez por todas, vuelva a funcionar el sistema de energía solar.
A las maestras les preocupa tener una infraestructura para poder dormir y cocinar en condiciones dignas. Piden colchones, botitas de goma para los chicos, útiles y una canoa nueva con motor para cumplir con su objetivo: educar.
fuente: www.diario26.com