Madrid para curiosos

Viajar es una experiencia única. Más allá de lo material, la colección de vivencias que atesoramos luego de nuestros pasos por lugares nuevos y muchas veces desconocidos es lo que de verdad le da su sentido primordial al acto de viajar. Conocer personas nuevas, costumbres diferentes, formas de vivir y ver el mundo novedosas es lo que al fin y al cabo nos motiva a tomar nuestro pasaporte, equipaje, subirnos a un avión y dejarnos llevar por el irresistible impulso de la curiosidad. A veces ciudades que creemos pueden resultarnos conocidas por la cercanía cultural en general o del idioma en particular pueden resultar lugares sorprendentes. Tal es el caso de Madrid.

En la capital de España viven cerca de 3 millones de habitantes, que se elevan casi al doble al incluir su área metropolitana. Está dividida en 21 barrios, y ocupa el puesto número 38 en la lista Economist Intelligence Unit de ciudades con mejor calidad de vida del mundo. Es la tercera capital más poblada de la Unión Europea, y como toda gran ciudad del viejo continente, es muy dada al turismo, pudiéndose encontrar en ella muchas opciones de hospedaje y entretenimiento, brindándole al viajero curioso múltiples pistas de un pasado rico en historia, arte, glamour y modernidad.

Pero detrás de sus imponentes edificios, barrios históricos y exquisitos museos, se esconde una multitud de curiosidades que quizás el viajero despistado no pueda advertir a primera vista. ¿O es que de entrada el viajero promedio puede saber que, por ejemplo, la única estatua del mundo dedicada a Satanás está ubicada en el Parque del Retiro, el célebre pulmón verde de la ciudad? ¿O que el restaurant más antiguo del mundo se encuentra en la ciudad? Si, como lo leen, el Sobrino de Botin de la calle Cuchilleros, que funciona continuamente desde 1725. Así, como muchas otras cosas, la ciudad de Madrid está llena de detalles que están esperando para sorprender al viajero atento, al que no le basta con el recorrido predeterminado para turistas, sino que gusta de adentrarse en los recovecos y confines de cada una de las ciudades que conoce.

Es por esto que para conocer una ciudad es necesario prepararse para recorrerla como si se tratara de nuestra propia ciudad. Caminar por sus calles tratando de perderse con las multitudes que la viven a diario, para así poder entender con precisión su verdadero carácter. Un carácter que solo se manifiesta fuera de los recorridos y circuitos acostumbrados para los turistas tradicionales. Es por esto que siempre debemos llevar nuestra curiosidad con nosotros como si fuera parte de nuestro equipaje, toda vez que es ella la que nos hará encontrar esos pequeños detalles que por lo general pasan desapercibidos, pero que con un poco de atención pueden llenar nuestro viaje de curiosas anécdotas y recuerdos imborrables. Como los que quedan luego de que se conoce Madrid.

Fuente: www.puntorojo.agency.

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