Por Darío Ranco (*).
Una enriquecedora experiencia de cuatro años en la Legislatura de la Provincia de Córdoba ha llegado a su punto final y considero que es el momento propicio para dar a conocer a través de este escrito mi agradecimiento a todas aquellas personas que confiaron en mi y depositaron su confianza para llevar adelante una gestión en la que pude experimentar diferentes sensaciones que me fortalecieron de una manera como jamás hubiese imaginado.
En primer término al gobernador de la Provincia de Córdoba, José Manuel de la Sota, a quien estaré eternamente agradecido por la distinción y la confianza para llevar adelante esa responsabilidad.
Mis pares, los legisladores de la bancada de Unión por Córdoba y también aquellos de otras expresiones políticas, han sido fundamentales para fortalecer el ejercicio de la democracia, defender leyes y proyectos, priorizando siempre el bienestar de todas aquellas personas que habitamos este suelo de la provincia de Córdoba.
En este repaso es prioritario poner énfasis en cada uno de los intendentes del Departamento General San Martín y de localidades incluidas en esta región del centro y sudeste de la provincia de Córdoba.
Visitarlos una y otra vez, recibirlos en la Oficina Legislativa de Villa María, conocer sus inquietudes, las prioridades de cada pueblo, gestionar y poder brindar soluciones, aunque fuese de manera parcial, a los inconvenientes que se presentaban fue un ejercicio enriquecedor, un aprendizaje constante y una relación que fue fortaleciendo vínculos, siempre con la consigna de atender a cada uno de los jefes comunales.
Ellos supieron desde un principio que no habría favoritismos políticos y en muchas oportunidades se encolumnaron tras el desafío de gestionar en grupo favoreciendo un accionar colectivo.
Con la colaboración de un grupo de trabajo que se fue renovando en los esfuerzos presenté 501 proyectos en estos cuatro años y entregué más de 450 mil pesos a través de ayudas económicas que desde el Gobierno de la Provincia de Córdoba llegaron a cooperadoras y comedores escolares, Cuerpos de Bomberos Voluntarios e instituciones de toda la región.
Mi familia, conformada por mi esposa Nancy, mi hijos Lorena y Francisco y mi madre Elena, se constituyeron en el sostén permanente para acudir en aquellos momentos en los que era imprescindible detenerse para recobrar energías y reiniciar el camino con el convencimiento que esa unión fraternal y afectuosa estaba intacta.
Un doble desprendimiento de retina con sus complejas intervenciones quirúrgicas y el impaciente proceso de recuperación me vienen a la memoria a la hora de repasar momentos angustiantes en los que el apoyo de mi familia resultó fundamental.
Con muchos de quienes hoy me despido seguramente la actividad política o la vida misma nos entregará la posibilidad del reencuentro. Es mi deseo más profundo que unos y otros sepan que entregué lo mejor de mí para honrar el cargo de legislador provincial.
Un capítulo trascendente en mi vida política acaba de quedar atrás. Ya es historia. No lo olvidaré….como tampoco a cada uno de ustedes.
(*) Darío Eduardo Ranco,
legislador provincial período 2011-2015.