Vivir con miedo a tu ex: cuando la denuncia y la restricción no alcanza

“Te veo otra vez y te pego un tiro aunque me duela y caiga en cana”. “Me hartaste mal y te voy a esperar (en su casa) te lo juro por mis hijas y denúnciame, por favor, para ver quien te ayuda”.

Esos son los mensajes que recibió Ailén, una joven de 24 años y madre de dos niñas, por parte de su ex pareja y padre de sus hijas.

Los casos de violencia de género son cada vez más y las herramientas para solucionar, o por lo menos responder y brindar contención a quienes la sufren, cada vez alcanzan menos. No son suficientes. No llegan a tiempo.

No le interesa ir preso

En los mensajes citados al principio de la nota queda claro: al agresor poco le importa su futuro. No le interesa ir preso.

Los casos reincidencia de presos por violencia y abuso son numerosos. Van presos por acosos y abusos sexuales, salen y vuelven a abusar. Van presos por golpear a su pareja, salen y las vuelven a buscar.

O las matan, como el caso en Misiones que semanas atrás llenó los noticieros nacionales.

Nobleza obliga: no todos los detenidos por estos casos son así. Pero que los hay, los hay.

Ordenes incumplidas

Mario Gustavo Rodriguez, de 37 años, envió los mensajes. Es quien amenazó a Ailén, la madre de sus hijas.

Incluso, como dicta una de las declaraciones judiciales a las que tuvo acceso Villa María Vivo!, insultó fuertemente a la joven frente a las menores.

Son más de tres denuncias que la víctima ha realizado. Y nada sucede.

El agresor sigue su vida y la atormenta con frecuencia, violando la orden de restricción.

Las situaciones de violencia en las parejas que tienen hijos en común suele ser más complicada.

Muchas veces las madres no hacen la denuncia por sus hijos, o acceden a métodos que saben pueden ser perjudiciales pero de esa manera los menores pueden ver a su progenitor.

La relación

Estuvieron 8 años juntos. Al momento de separarse, Ailén regresa a la casa de su madre. Toma la decisión de que Mario vea a sus hijas, pero por diferentes motivos, lo hace de visita por el hogar.

Es decir, el agresor iba a ver a la casa de su ex suegra a sus hijas.

Después de reiteradas amenazas telefónicas y agresiones verbales, Ailén se cansó y tuvo miedo.

La joven comentó a este medio que Rodriguez es una persona alcohólica y con problemas de adicción a estupefacientes.

Incluso, en una de las denuncias, la Justicia somete a Rodriguez a una internación por rehabilitación.

Resumido, el caso es el siguiente: No hay denuncia que valga. Mario sigue atormentando a su ex pareja y los límites que cruza son cada vez mayores.

Ailén, con toda razón, tiene miedo. Si bien la Justicia ha actuado y recibido sus denuncias, muchas veces los procesos se ralentizan y la realidad es que la joven no puede realizar su vida plenamente. Hace desde agosto del 2018 que viene con denuncias.

“Hice sucesivas denuncias porque me sigue molestando. No deja que haga mi vida social. Estoy cansada, necesito que alguien haga algo”, expresó la joven.

Escondido entre arbustos

Imaginate estar en una situación así. Imaginate querer salir a despejarte con tus amigos y que te aparezca tu ex detrás de un arbusto y rompa el auto de tu amigo.

Eso sucedió el pasado viernes.

Ailén salía de su casa y Mario estaba escondido. La mujer estaba por subirse al auto de un amigo para disfrutar de una salida.

“Chau pu**”, le grita Mario que sale corriendo y rompe la luneta del auto al que Ailén se estaba por subir.

Más denuncias

Mario había incumplido la orden, otra vez. Apareció, agredió verbalmente y rompió un auto. Ailén llama a la policía y escuchó lo que no debería escuchar: “hacé otra denuncia”.

¿Cuántas denuncias tiene que hacer una mujer víctima de violencia? ¿Cuántos trámites?

“No obtuve respuesta de la policía, quedando yo con miedo y posible riesgo para mis hijas”, dice Ailén.

Algo está mal

Un hombre tiene varias denuncias encima, ordenes que no cumple y expresa no preocuparles.

Amenaza, persigue por redes sociales truchas para vigilar a su ex, rompe vidrios y sigue con su vida como si nada.
Una mujer tiene que terminar un viernes por la noche en la Policía haciendo denuncias de denuncias.

Una mujer no puede salir de su casa tranquila porque aparece un hombre que la agrede. Un hombre que ya tiene denuncias por agresor.

Algo está mal.

Cuando las denuncias y órdenes de restricciones no terminan de ser suficientes para que una persona violenta cese el acoso, reafirma que la violencia de género es una problemática que trasciende esferas analíticas pero quienes deben dar respuestas, por lo menos en la urgencia, no lo hacen.

¿Cuál es el número de denuncias que tiene que haber para que la Justicia tome cartas en el asunto? ¿Cuántos golpes y objetos rotos?

El caso Thelma Fardín instó a que miles de mujeres se animen a hablar. Las denuncias en el Polo Integral de la Mujer se duplicaron en pocas horas.

Es momento de que se realicen los cambios necesarios para poder dar respuesta.

Es momento de que como sociedad tomemos consciencia.

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