Don Osvaldo, entre lo nuevo y las cosas pendientes con Callejeros

En el cuarto disco que Patricio Fontanet presenta en vivo en Córdoba, eligió Villa María para ofrecer a su público “Casi Justicia Social”, el material que lleva el nombre que tenía la banda con que se presentaba antes de llamar Don Osvaldo a la actual formación.

El Anfiteatro estuvo casi lleno para un recital que se extendió unas dos horas, con varias pausas entremedio. Hubo temas de todas las épocas y gente de todos lados.

A las 19:30 horas ya ingresaba público desde una Costanera llena de remeras de la banda y gente que desde temprano esperaba en los alrededores.

Los negocios del entorno del estadio se pusieron a tono, musicalizando con la voz de Pato Fontanet y armando “combos” a medida del público que fue llegando de otros puntos de la provincia con ganas de refrescarse y comer algo rápido, que calme el hambre hasta la música empiece a ser el alimento de la noche.

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Se había prometido puntualidad en el comienzo del show. Pocos minutos antes de las 21:00 el estadio estaba con el sector de plateas a medio cubrir y los cantos del público templando más el cemento.

El primer sonido que se disparó del escenario fue con los asistentes, que forman la banda Algún Barullo, y subieron a probar los instrumentos con algunos covers. El slogan de la banda es “destruyendo el rock nacional”.

En la versión de “Mejor no hablar de ciertas cosas” cambiaron la letra y en lugar de ser uno, eran tres los fugitivos en el tema de Sumo, en alusión a la novela policial del Lanatta y Schilacci. Antes habían tenido al productor José Palazzo como bajista invitado en temas de Pappo.

A las 21:30, cuando dejaron el escenario, el sector platea estaba con un 80% de ocupación y algo de público en las tribunas.

Don Osvaldo

Cinco minutos antes de las 22:00 arrancó Don Osvaldo con Pato Fontanet al frente. Aunque lo de “frontman” no es una etiqueta que le quepa completamente, ya que muchas veces se repliega detrás de la línea de sus guitarras y no es de los cantantes que agitan continuamente al público.

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Comenzaron con “Misterios”, del nuevo álbum de estudio, y continuaron con “Vaiven”, del mismo material.

El público, como toda la noche, agitó banderas con inscripciones sobre la banda, mezcladas con colores de clubes. Se notaba mucha gente que se llegó desde Buenos Aires y hasta de Uruguay.

En el escenario había un reloj de arena gigante, junto a telones con ilustraciones, todo siguiendo la estética del último trabajo. Cerraron estar primera parte con “Acordate”, uno de los más festejados.

La lista de temas se armó en grupos de canciones, y entremedio fueron haciendo pequeñas pausas, aunque más extensas hacia el final.

Con el paso de los minutos las tribunas ya estaban casi llenas y las plateas a poco de completarse.

Dos pantallas laterales ofrecieron buena calidad de video todo el tiempo.

Promediando el segundo grupo de temas, entró “9 de Julio”, uno de los clásicos de Fontanet, a quien la voz se le fue volviendo cada vez más opaca y a las letras de las canciones ya no se las podía escuchar bien, sino que había que intuirlas.

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En acción, no son una banda que desfile euforia ni gran entusiasmo. Tocan con gesto serio. Hasta parece triste. Como si llevaran un luto eterno. Pero es algo que se rompe cuando Fontanet habla entre temas, y contrasta con la actitud del público, que no para de agitar banderas, cantar y aplaudir.
Después de otra pausa, entraron gaitas y acordeón para hacer “Angel de Fournier”, también de lo nuevo.

En esa parte la escenografía ya no mostraba el reloj de arena, sino la pantalla de fondo. Para el final, inflarían una cabeza de león gigante sobre el escenario.

Salvo un par de temas, que marcan un aire distinto, el recital se mantuvo dentro de un esquema con pocos matices, aunque claramente interesante para los seguidores con más afecto hacia la banda.
Luego de la última larga pausa, retomaron casi en la medianoche, para despedirse poco después, rumbo al recital que el siguiente fin de semana ofrecen en Rosario.

La cuestión Callejeros

La banda cambió de nombre dos la veces, pero la cuestión Callejeros está plenamente presente. Las remeras y banderas que se venden en las afueras remiten casi todas al caso Cromañón y sus consecuencias, tomando obviamente la posición que defiende la inocencia de los músicos en la tragedia de 2004.

Hasta en el escenario puede verse que algunas cajas en las que se transportan los elementos técnicos llevan todavía el primer nombre.

En una pausa a los 40 minutos de show, las pantallas dejaron fija una consigna: Absolución a Callejeros.

Fotos: VillaMariaVivo.com

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