El sueño de la casa propia para Laura y Martín se transformó en la pesadilla de sus vidas, porque sienten que están a punto de perder todo a causa de un crédito UVA.
Con muchas ilusiones sacaron un crédito UVA para comprar una propiedad. Hoy deben casi cuatro veces más, a pesar de haber pagado las cuotas, y encima les llegó la orden de ejecución hipotecaria.
“Somos la punta de un iceberg. Hay 3.000 familias en Villa María en la misma situación”, que también podría sufrir la ejecución hipotecaria por no poder pagar las cuotas del préstamo, porque se hicieron astronómicas.
El crédito fue para comprar y refaccionar una casa en Villa Nueva. Empezaron pagando $ 8.000 por mes, los intereses llegaron hasta 62%, con la disparada del dólar las propiedades subieron, su deuda fue aumentando, uno de ellos perdió el trabajo y se les hizo imposible seguir pagando, relató Martín Abburra.
Tomaron un crédito de $ 1.700.000, pagaron las cuotas que pudieron, y hoy deben, estimativamente, más de seis millones de pesos.
“Vemos como una estafa que de un año a otro es más grande la deuda. No es falta de voluntad de pago. Pero más pagamos, más debemos”, opina Laura Álamo.
“No se termina más. Se hace abismal”, coincide el matrimonio.
Martín cuenta que en el banco no pueden calcular el valor exacto de la deuda, “ni siquiera si hoy le lleváramos todo el dinero, porque aumenta día a día”, dijo.
Su esposa contó que cuando venció el decreto de Alberto Fernández que suspendía las ejecuciones, a los 10 días llegó la ejecución hipotecaria con un plazo de 5 días para llevar una propuesta al banco. “En dos semanas la evaluaron y la rechazaron porque dicen que no entra en los parámetros del banco”.
Pidieron ayuda a familiares y amigos para juntar una cifra de dinero que les permitiera llegar a un acuerdo, pero todo resultó insuficiente. “No evalúan el daño colateral que le provocan a todos los damnificados”, recalca Laura.
“Fueron tres años que luchamos por nuestro hogar y el sueño de tener una familia. Estamos siendo abandonados por el Estado, que es socio solidario del banco. No se da una respuesta para los damnificados. Estamos a la deriva. Nos van a ejecutar uno por uno y no tienen idea de la desmoralización que están generando en las familias”, agregó la mujer.
Sienten que es molesto hacer pública la situación, exponerse ellos y la familia, pero quieren que el Estado responda. “Estamos al límite”, aseguran.
“Es la trampa perfecta. Es la deuda infinita. Ningún ingreso se indexó igual que la cuota. Se hace un cuello de botella impagable. Si el Estado no hace nada, este es el final para muchas familias”.
