Un equipo interdisciplinario del Hospital Pasteur realizó una intervención quirúrgica poco habitual por su complejidad y las condiciones de la paciente.
Se trata de una apendicectomía laparoscópica en una paciente con obesidad y un embarazo gemelar de 32 semanas.
La complejidad se dio desde el comienzo por la complicación para realizar el diagnóstico y la valoración clínica de la persona gestante.
Santiago Mussa, integrante del servicio de cirugía del Pasteur explicó las causas:
“El abdomen se encontraba ocupado en gran parte por el embarazo y eso producía el desplazamiento de las vísceras. Además el apéndice, que es un órgano de pequeñas dimensiones, se encontraba fusionado con el resto de los órganos. Eso y la imposibilidad inicial de hacer estudios nos dificultaba llegar al diagnóstico”.
“A partir de una interconsulta con el servicio de ginecología decidimos realizar una tomografía ya que el beneficio sería superior al posible daño causado esta, habida cuenta que por el tiempo de embarazo la organogénesis fetal estaba bastante avanzada, y las consecuencias serían menores”, describió el profesional.
La complejidad también se hizo presente en la práctica quirúrgica puesto que debió realizarse con un procedimiento inédito por la situación de la paciente.
“Hubo que ponerla de costado para que el útero se desplace hacia abajo. La presión de CO2 (gas incoloro utilizado ideal para la insuflación de la cavidad abdominal ya que aumenta el espacio de trabajo y de visión para las cirugías laparoscópicas) fue menor a la habitual para no comprimir vasos sanguíneos y evitar irrigar el feto. Además de un monitoreo complejo de parte de los anestesiólogos debíamos minimizar los tiempos quirúrgicos y reducir la manipulación del instrumental para evitar generar un trabajo de parto prematuro que ocasionara una muerte fetal y consecuencias a la mamá”, detalló Mussa.
Finalmente, el equipo de profesionales abordó una apendicitis flemonosa (un segundo estadío) avanzada, evitando el desarrollo de la patología que “a la postre hubiera terminado en la perforación del apéndice”.
La duración de la cirugía fue de 40 minutos y contó con la participación de un equipo interdisciplinario que alcanzó a los servicios de cirugía, ginecología, instrumentación quirúrgica, anestecia, diagnóstico por imágenes y anatomía patológica.
La paciente accedió a un monitoreo fetal permanente que confirmó el buen estado de salud de ambos fetos y, posteriormente, promediando las 35 semanas, a la cesárea correspondiente.