Bustamente criticó las políticas para carnes y lácteos

Uno de los postulantes a disputar la intendente de Villa María por el radicalismo, Gustavo Bustamante, presidente del comité departamental de la Unión Cívica Radical, expresó en un escrito su opinión crítica hacia políticas implementadas en los últimos nueve años en los sectores agroalimentarios de producción de carne y leche.

El texto es el siguiente:

“Desde el 2005, con las políticas de Guillermo Moreno, cerraron 138 frigoríficos, los argentinos sufrimos la pérdida de 19 mil puestos de trabajo solo en este sector y el precio de la carne aumentó 854%; en lo que va del año ya se han perdido 1.200 empleos, hay 800 trabajadores suspendidos y de los 112 frigoríficos habilitados para trabajar, solamente están operando 60. Con todo esto, sumado a que algunos establecimientos trabajan sólo dos o tres días a la semana, tenemos el resultante de que el 50% de la industria cárnica del país está paralizado.

La Argentina pasó del tercer puesto en el ranking de exportaciones de carne al décimo tercero, y esa caída representó casi 10.000 millones de dólares menos de ingresos de divisas para el país en la última década.

La industria lechera uruguaya desplazó a la Argentina como principal exportador al Brasil. Tiempo atrás, la pauta importadora brasileña de leche era 60% de origen argentino y 40% uruguaya mientras que en la actualidad, más de la mitad de la leche importada por Brasil tiene origen en el Uruguay. Bajo esta realidad, el Secretario de Comercio Augusto Costa anunció que no se entregarán permisos de exportación, los llamados ROE, a operaciones que no superen los U$S 4000 por tonelada de leche en polvo, algo que en los hechos resulta impracticable habida cuenta de que el valor internacional de la leche en polvo no alcanza los U$S 3000 por tonelada.

Dada la situación, seguramente será importante el volumen de leche que las grandes industrias ingresarán para ser vendida en el mercado interno, no solo como polvo sino industrializada como queso. Esto traerá una sobreoferta de mercado que difícilmente mejore el precio al público debido a que los generadores de precio, como son las grandes cadenas de supermercados no bajan habitualmente sus precios de venta al público sino que aprovechan las medidas coyunturales del gobierno para mejorar sus márgenes de rentabilidad.

Así, en los únicos lugares que se sentirán los efectos de esta medida será en los bolsillos de los productores primarios, que verán seguramente reducido el precio de la leche en tranquera de campo y en la economía de las pequeñas y medianas empresas lácteas que verán ampliamente reducida su competitividad ante los gigantes del sector, con el consiguiente riesgo de quebrantos y, otra vez como en el caso de la carne, la pérdida de puestos de trabajo.

A todo esto la “mesa de los argentinos”, como le gusta decir al gobierno nacional, ha padecido un incremento mayor al 50% en los precios de los productos lácteos en lo que va del año y del 20% en los diferentes cortes de carne solo en los últimos 15 días, siendo notable la disminución de los parámetros de consumo de este tipo de productos mientras que se han visto aumentados los de alimentos de menor valor monetario pero a la vez más pobres nutricionalmente como son los derivados de las harinas y las infusiones lo que pinta a las claras la actual realidad; los argentinos comen menos y de menor calidad; los niños que antes desayunaban con leche ahora lo hacen mayormente con una té o mate cocido que la reemplaza en volumen pero no en nutrición, las familias que consumían proteínas cárnicas ahora consumen hidratos de carbono para, en el mejor de los casos, llenarse la panza, lo que no siempre significa alimentarse.

Las consecuencias de este tipo de políticas erróneas no solo deberemos medirlas en la suerte que correrán algunos empresarios de la carne o la leche, o en los miles de trabajadores ligados en forma directa a estas actividades que corren riesgo de perder sus empleos, sino en las severas deficiencias que traerán aparejadas las carencias nutricionales fundamentalmente en los niños en crecimiento. Corregir este descalabro llevará mucho más que el tiempo que tarde la economía en revisar y corregir cada decisión, pues en muchos casos las deficiencias alimentarias han generado ya daños irreparables en niños y adultos.

Cuando hablamos de cambiar las cosas, no hacemos solo hincapié en la necesidad de modificar políticas económicas para favorecer a empresarios o sectores productivos determinados sino que creemos firmemente en que detrás de cada mala decisión del gobierno hay muchos más afectados de lo que aparenta, que no tienen voz, que no pueden quejarse y que, con seguridad, tardarán mucho más en recuperarse”.

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