Carla Vales de Villa María y su pareja, Leonardo Santi, oriundo de La Playosa, decidieron emprender un viaje.
No llevaron nada más que a Piri, su perrita de 10 años. Desde hace dos años comenzaron a recorrer Italia en bici con un carrito.
“Un día nos dimos cuenta que la decisión estaba tomada, nos iríamos a Italia. Establecimos un período estimativo de partida y con casi dos años de anticipación empezamos a organizar todo.
Planificamos muchísimo cada paso que daríamos al llegar a Italia, porque teníamos muy pocos ahorros, porque viajábamos con Piri, nuestra perrita.
Y porque si no lográbamos nuestra ciudadanía en menos de tres meses íbamos a estar volviendo a Argentina”, contó Carla en una entrevista con Villa María VIVO.
Con Leonardo se conocieron en la universidad, se enamoraron en el primer año y a partir de allí nunca se separaron. Llevan casi 14 años juntos “y tener más tiempo para nosotros fue una de las razones por la cual decidimos hacer el cambio”.
Luego de casarse empezaron a planear este viaje, en el que se sumergieron hace más de dos años. Lo que nunca contemplaron fueron las bicis.
“Veníamos a Italia para trabajar, ahorrar y mientras tanto ir viajando y conociendo lugares hasta que nos compráramos nuestro camper y nos convirtiéramos en nómades definitivamente.
Pero luego de tramitar nuestros papeles, las ganas de empezar a conocer lugares y vivir experiencias nuevas se apoderó de nosotros y como teníamos poca plata elegimos las bicicletas”.
Italia en bici con su perrita
De acuerdo a sus propias palabras, los chicos explican que ser viajero te convierte en una persona minimalista, no existe el famoso “por las dudas”.
Consultados sobre las cosas que dejaron en Villa María comentaron “A nivel material hemos dejado prácticamente todo, por suerte nunca fuimos personas apegadas a los objetos.
A nivel afectivo no hemos dejado nada, las personas que amamos van con nosotros a cada lugar y en cada kilómetro.
Obviamente el deseo de tocarlos, mirarlos a los ojos, compartir unos mates y charlar hasta que nos queden las panzas verdes es enorme”.
En parte la decisión de viajar con su perra de diez años responde a ello.
“Piri estuvo en el plan siempre; hablando con personas que ya estaban en Italia o que conocían del tema ciudadanía les preguntábamos y nos recomendaban que la dejáramos. Que iba a ser más difícil con ella, sobre todo encontrar para alquilar o movilizarnos en transporte público, pero jamás tuvimos en cuenta estos comentarios.
Piri es familia y dijimos que, si por alguna razón no podía venir con nosotros a Europa, nos quedábamos los tres a viajar por América en furgón”.
Viajar en pandemia
Los chicos ya estaban recorriendo Italia cuando iniciaron los contagios de coronavirus.
“Al inicio estábamos en modo incrédulos. Pero poco tiempo después el gobierno estableció la cuarentena obligatoria.
En esa ocasión, tuvimos la suerte de encontrar una maravillosa familia que nos ofreció hospedaje hasta que pasara el período de encierro (sin saber cuánto éste iba a durar).
Así fue como por primera vez luego de un año dejamos nuestras bicis descansando por casi tres meses. Cuando levantaron todas las prohibiciones volvimos a la ruta, con miedo a la reacción de la gente y pensando que no se nos iba a querer acercar, ni hablar y mucho menos hospedarnos; afortunadamente no fue así”.
Durante la segunda ola, que en Europa ya transitaron, se quedaron varados trabajando en recolección de manzanas y allí les ofrecieron alojamiento.
Hace poco menos de un mes que habilitaron la circulación, “de todas maneras no esta aún muy claro cuáles van a ser las reglas durante los próximos meses para los viajeros como nosotros.
Cómo se gestionará el cruce de fronteras, si exigirán la vacuna, así que iremos viendo cómo evoluciona todo así en los próximos meses retomamos la aventura”.
Respecto al regreso a casa, aseguran que todos los días piensan en volver. “Nos une el deseo, el imaginario de volver a casa pedaleando; que nuestros seres queridos vean nuestras bicis todas.
Nos hubiese gustado al menos ir a saludar a las familias y llenarnos de energía para continuar, pero con Piri no es tan sencillo planificar un viaje en avión y sobre todo por poco tiempo”.
Finalmente, aseguran que el mayor aprendizaje de esta experiencia es que “entendimos el significado de nacer en lugar correcto, en el contexto justo, y de haber sido criados contenidos y amados y gracias a ello haber podido elegir lo que queríamos hacer y a eso lo valoramos.
Sin duda no somos los mismos que han dejado Argentina aquel agosto del 2018 y este camino de amor, empatía, ayuda, comprensión lo estamos apenas empezando transitar”.