El 1º de marzo de 1948 se realizó el traspaso de los ferrocarriles ingleses al Estado Argentino, por eso, se celebra el Día del Ferroviario.
Villa María tiene una gran historia en torno al ferrocarril, y Julio Liendo fue uno de sus protagonistas.
Comenzó a realizar sus prácticas en el área de Gravitación en el año 1956, a sus 16 años. Al año siguiente, pidió el traslado para formar parte del equipo encargado de pasajeros, en la Estación.
Liendo trabajó 36 años como ferroviario, y en su día, le dedicó una entrevista exclusiva a Villa María VIVO.
– ¿Qué tareas realizaba en sus prácticas como ferroviario?
– Ahí había mucho para practicar y aprender porque teníamos telégrafos, encomiendas, boleterías, cargas, roles de pago. Se atendían los trenes de pasajeros y algunos cruces con trenes de carga.
Se nos tomaba un examen por año de todas las actividades durante 3 años, y lo primero que nos tomaban era el telégrafo. Al tercer año, con todo rendido, pasábamos a ser efectivos con un sueldo fijo y relevábamos en cualquiera de las oficinas, porque para eso habíamos practicado.
– A lo largo de todos estos años, ¿Cómo vio la transición de su trabajo?
– Cuando yo entré al ferrocarril era un honor ser ferroviario, era como hoy ser bancario, sin desmerecer los demás oficios. Era una tarea muy bien vista y considerada.
Incluso, cuando yo entré, el superintendente de Tráfico todavía era un inglés, era lo que quedaba del personal inglés.
Desgraciadamente el ferrocarril fue mermando su popularidad, su eficiencia, hasta que desapareció prácticamente.
– ¿Cuál cree que es el valor actual del ferrocarril?
– El ferrocarril no da ganancias en ninguna parte, pero en todo el mundo es importantísimo para el transporte y la mercadería. Aparte, el transporte de pasajeros es fundamental, de gran relevancia.
– ¿Cuál es el mejor recuerdo que tiene como parte de los ferroviarios?
– Como organización también fue decreciendo con el paso del tiempo. Una cosa que tenía muy bueno el ser ferroviario, era que éramos familia, éramos muy buenos compañeros, nos cubríamos entre nosotros, nos ayudábamos, nos enseñábamos.
Además de eso, teníamos nuestro tiempo de diversión fuera del trabajo. Los domingos o feriados hacíamos partidos de fútbol y era la excusa para comer el asado.
Estuve 36 años en el ferrocarril y siempre tuvimos un compañerismo extraordinario. Por eso, cuando uno terminó su trabajo en el ferrocarril, se extrañó muchísimo.
– ¿Qué trabajo realizan desde la Asociación Amigos del Ferrocarril?
– Nosotros ahora como Comisión Amigos, seguimos apoyando al Museo, aportando ideas.
Se trabaja muchísimo, incluso en pandemia tuvimos conferencias por Zoom con gente de otros países. Se hacen recorridas, porque decimos que el museo no sólo es el espacio donde están exhibidos algunos elementos que se usaron en el ferrocarril en la antigüedad, sino que Villa María, que nació a partir del ferrocarril, es un museo abierto, es un museo para toda la ciudad.