La historia de un hombre y una mujer que un día decidieron unir sus vidas para siempre. Y ni siquiera la muerte los pudo separar. Después de más de 40 años de estar juntos, el destino, la causalidad, o lo que haya sido, hizo que también pasaran juntos hacia la eternidad.
Federico y María Elena se casaron, formaron su familia y tenían su casa en pleno centro de Villa María. Él con 79 años y ella con 77, dejaron este mundo el mismo día, y fueron velados y sepultados juntos, a la misma hora, para no separarse nunca más.
Amigos, conocidos y familiares de Celeste, su hija, acompañaron esta inesperada doble pérdida, que ni ella misma podía creer. Sentidos mensajes fueron dando las fuerzas necesarias para sobrellevar este momento.
Federico Miguel Combina y María Elena Lombardi de Combina vivían en una casa de calle San Juan al 1200, donde podían verse en la vereda los trabajos de herrería que Federico llevaba a cabo con maestría.
Del campo a la ciudad
Se casaron hace 41 años, en febrero, después de estar un año de novios. Él era de La Laguna y ella de Villa María. A los dos años de matrimonio nació Celeste.
María Elena fue la directora y fundadora del Jardín de Infantes de la escuela Florentino Ameghino, en el barrio del mismo nombre.
Federico trabajó en el campo y también era herrero, por eso en el final de sus días todo el mundo lo conocía como el herrero de la calle San Juan.
El adiós
“Ahora si mamá te digo adiós y te doy gracias por haberme hecho infinitamente feliz. Te amo y fuiste una excelente madre. Gracias por transmitirme todos tus valores”, escribió Celeste en su muro de Facebook en los primeros minutos del 5 de noviembre.
Tres horas más tarde, despedía también a su padre: “Aunque ni yo lo pueda creer también te me fuiste junto con mamá. A su manera estarán juntos. Gracias hombre de mi vida por darme todo tu espíritu y tu audacia. Sí que te voy a extrañar compañero de aventuras. Mi papá gracias por darme la vida y hacerme inmensamente feliz”, comentó.
La mujer padecía una enfermedad y sufrió un ACV. Cuando su cuerpo era retirado de su casa, su compañero de toda la vida, que también estaba enfermo, se descompuso. Lo llevaron a una clínca, y a las pocas horas sufrió un paro.
Celeste mostró siempre el agradecimiento por todo lo recibido: “Hasta el fin de mis días voy a estar en deuda con ellos por el eterno amor que me brindaron, los valores y hacerme feliz. Nuevamente gracias”, concluyó.
Fotos y texto: Facebook Celeste Combina, con su autorización.