Una mujer que realizaba tareas de cajera y administrativa en un comercio de Villa María, fue descubierta, luego de una minuciosa investigación, que hacía un robo “hormiga” de miles de pesos por día usando la clave de acceso de una compañera.
Uno de los primeros detalles que llevaron a levantar sospechas fue el cambio de estilo de vida que comenzó a mostrar la mujer.
De a poco, cambió las marcas de calzados, carteras e indumentaria que utilizaba, su teléfono celular pasó a ser de las marcas más caras del mercado y hasta se hizo cambios estéticos en su cuerpo, según relataron testigos de lo ocurrido.
Los comentarios de allegados y vecinos llegaron en un momento a la empresa, sobre viajes, festejos y compras de elementos de lujo. Todo esto alimentó más las sospechas.
Incluso, al domicilio de la propia firma, sobre calle Mendoza, llegaban, casi semanalmente, paquetes a nombre de la mujer con objetos comprados en Mercado Libre.
Todo esto llamaba la atención a quienes trabajaban junto a esta mujer, que era la encargada de hacer la caja del negocio cada mañana.
El comercio afectado, Distrivita, cuenta con cámaras en todas las instalaciones, y las oficinas no son muy amplias, porque la superficie está dedicada principalmente a salón de venta y depósito.
Sin embargo, todo esto ocurría a pocos centímetros de donde estaban situados los propietarios de la firma y bajo la vigilancia de cámaras.
Cómo era la maniobra
Luego de la visualización de numerosas horas de video y un análisis informático profundo de todo el sistema, pudieron detectar la maniobra que realizaba.
Esta mujer, según pudo saberse, ingresaba al sistema de facturación de la empresa con la clave que le había copiado a una compañera.
A partir de allí, lo que hacía era borrar el rastro informático de una de las facturas del día, de un monto mediano.
Luego, al momento de hacer la caja diaria, sustraía en efectivo una cifra idéntica a la de la factura borrada.
Cuando entregaba la tarea, era coincidente la suma de facturas con el dinero existente en caja, por lo que nadie advertía nada raro.
En un momento en el que ya se tenía sospechas sobre un accionar dudoso de parte de esta mujer, los administradores del comercio decidieron hacer la caja por su propia cuenta, antes que la hiciera ella, y sin que supiera.
Así pudieron ver que, una vez que ella entregó el trabajo, los montos no coincidieron. El dinero que faltaba era el mismo de la factura borrada.
Un perjuicio enorme
La empleada llevaba unos dos años de antigüedad en la empresa y tras este episodio, al quedar al descubierto, terminó renunciando.
Igualmente, la empresa está evaluando iniciar acciones legales correspondientes hacia esta persona.
Lo que no se termina es la indignación por haber sido estafados, materialmente y también en su buena fe, por la confianza que habían depositado en esta mujer.
La “convivencia con el enemigo” termina siendo traumática para quienes desean llevar adelante un emprendimiento con esfuerzo y dedicación, y de pronto se encuentran que son despojados de una alta suma de dinero por alguien que era de confianza.
Si bien no se estableció el monto final del perjuicio, se habla de una alta suma de dinero, debido a que la maniobra se habría extendido por varios meses, en forma casi diaria.