“Por causas que se tratan de establecer, colisionó una motocicleta marca x, conducida por una persona de sexo masculino de tantos años de edad, y un automóvil marca x de color blanco…” Informes similares a este son emitidos a diario desde la Policía, y en área de Tránsito llevan un puntilloso conteo de los choque que se producen en la ciudad.
No es ninguna novedad que el tránsito en Villa María es una de las problemáticas más difíciles de resolver y que necesita encontrar una salida.
Se han buscado muchas soluciones para poder disminuir la cantidad de choques que suceden día a día. Una de ellas fue la colocación de reductores de velocidad. Una medida criticada en su momento por parte de los vecinos.
Con los primeros que se instalaron se decía que rompían los neumáticos, amortiguadores y trenes delanteros de vehículos. Llovieron los comentarios negativos. Con el tiempo se pudo ver cómo fueron rompiéndose, se “despegaron” y cómo su funcionalidad fue cada día menor.
Desde hace días puede verse en algunas calles los reductores nuevos. Más anchos, más redondeados y con colores diferentes. En barrio Parque Norte, hay cerca de 4 de ellos en una misma calle. Son más grandes, y el vehículo no “sufre” tanto como con los anteriores. También hay en calle Mendoza y en Entre Ríos.
Pero cabe preguntarse, ¿Son realmente necesarios? ¿Vale la pena gastar ese dinero para este tipo de elementos? ¿Reducen realmente la cantidad de choques? ¿Disminuyeron las víctimas? ¿No será mejor apuntar a una concientización, a una educación mayor?
Desde la primera “oleada” de instalación de reductores hasta estos días hay ejemplos claros de que los choques no disminuyeron. Que todos los días la gente protagoniza siniestros. Hace años que están colocados y se sigue apostando por esta medida.
Si se compara con otras ciudades, puede notarse a simple vista que Villa María es una de las pocas que coloca tantos. No hay localidades en la región o la provincia, ya sea de mayor o menor dimensión, que tenga una cantidad similar.
Además, buscando que los conductores desaprensivos frenen o disminuyan la velocidad en las esquinas, se llenan de obstáculos las calles que deben ser sufridos por los buenos conductores, mientras los otros siguen sin aprender a cómo conducirse en la ciudad.
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— Villa María Vivo (@VillaMariaVivo) 11 de septiembre de 2017