Rosana, la abanderada de los humildes corazones

Tras lo caliente que dejó el estadio Juan Luis Guerra, le cabía a Rosana la complicada tarea de mantener el nivel de emotividad que había logrado el dominicano.

No parecía fácil. Sin embargo, la canaria tenía guardada una sorpresa, especialmente para aquellos que se habían conformado con las ubicaciones más lejanas del escenario.

Su aparición, sin presentador ni anuncio mediante, fue desde lo alto de una de las tribunas, con un micrófono y una guitarra, abrió su show entre la gente.

En su anterior visita había tenido la idea de bajarse del escenario para recorrer todo el estadio entre los besos y abrazos de la gente. Así fue cantando y poniendo a punto de fundición la fibra del público. Y volvió a hacerlo, esta vez hacia el final del show.

Una especialista en entablar un diálogo íntimo con las multitudes, que se termina en una amiga que canta en un fogón de verano.

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Hay temas como Talismán o Soñaré que tiene una fuerza pegadiza, y otros en los que se permite hacer lo que mejor le sale, jugar con su público. Es el caso de Cambiar el mundo.

También de Si tú no estás aquí, segmento en el que se sumó Soledad para un dúo que supo entenderse en el escenario.

Para el final, Llegaremos a tiempo, con un recurso que ya había empleado: un reloj en cuenta regresiva que va llevando hacia el final de la canción.

El cierre comenzaría con esa vuelta olímpica de los campeones del feelling con la gente que ya es un clásico cada vez que Rosana viene al Anfiteatro.

Una pila de energía que terminó cargando de buenas ondas y sonrisas las almas de los presentes.

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Fotos: Martín Llampayas para Villa María Vivo

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