A unos 30 kilómetros de Villa María, se encuentra un lugar que alberga entre sus paredes historias y experiencias que unieron a cientos de personas durante 100 años.
El punto en común que tienen todas ellas es la educación. Las ganas de enseñar y las ganas de aprender componen un solo lenguaje.
Allí no solo se transmite conocimiento. Se transmite amor, paciencia, vocación. Quien da, recibe ese mismo amor multiplicado el triple. Pero también siente contención y acompañamiento.
Eliana Rosales es la directora de una escuela rural ubicada a unos 15 kilómetros al norte de Tío Pujio, conocida como “La Costosa”, en honor al campo donde está radicada. Ella es la única maestra.
Parece que está sola en el medio del campo. Pero no es así. Tiene once almitas que van desde jardín hasta la primaria y que todos los días asisten a clases. Pero no los tiene solo a ellos, tiene a cada una de sus familias, que la acompañan y la apoyan.
La escuela lleva el nombre de quien fue su primera maestra y quien estuvo a su cargo durante 25 años: Rosa Valentina Navarro.
Este 29 de octubre se cumplen 100 años de su fundación y ya se han logrado contactar 22 exdocentes que transitaron los suelos de La Costosa.
Día del Maestro
En honor al Día del Maestro, celebrado este 11 de septiembre, Villa María Vivo! habló con la actual directora.
“Es un día muy especial porque decidir ser maestro no es para cualquiera. Hay que tener paciencia y hay que llevarla siempre adelante”, dijo.
Y agregó: “Se ven los frutos con el tiempo, con los gestos de cariño que otra profesión no te lo da. Lo que te devuelven los chicos, ninguna otra profesión te lo da”
Eliana contó que en lo rural “se aprende mucho” y que “se ve más el valor de la docente”.
Cómo es la experiencia de una escuela rural
En invierno los niños asisten a clases de 9:00 a 13:00 en grado múltiples, es decir que se abarca desde jardín de cuatro hasta sexto grado.
La maestra contó que trabajan en proyectos conjuntos y los contenidos que gradúan de acuerdo a los grados.
Los estudiantes provienen de campos cercanos, algunos caminando y otros los traen en vehículos.
Explicó que las escuelas rurales son una “oportunidad para los chicos y las familias”. Y agregó: “Ayuda a que no haya analfabetos en estas zonas”.
En comparación con las escuelas de ciudad, confesó que es más personal el trato. “Trabajas y conoces mucho a ellos y las familias”.
“Las familias lo toman muy familiar y se genera un sentido de pertenencia muy grande. Uno necesita de ellos por el tema de la limpieza y la cooperadora”. Y resaltó: “Los chicos pueden tener las mismas oportunidades que los de ciudad”.
Un poco de historia
Según los archivos de la escuela, los primeros pasos se dieron en 1916 como escuela particular en la estancia “La Vera”, por iniciativa de Fennia Chercoff (actual campo de Merani Estancia La Vera).
Nace como producto de la necesidad de brindar atención escolar a los hijos de los chacareros de la población rural de aquella época.
En 1917 se transforma en escuela fiscal recibiendo el nombre de Nacional N° 127. Funcionó provisoriamente a la vera del bosque de algarrobos de la estancia, con techos de paja, paredes blanqueadas y pisos de tierra.
Un escudo, una bandera y una campana contemplaban el rústico cuadro de una cultura que se comenzaba a difundir al abrigo de los árboles.
Más tarde se trasladó a un galpón perteneciente al Sr. Lovay para establecer definitivamente la escuela sobre las base de un plano realizado por el Dr. Juan B. Justo y con el aporte de materiales donados.
Se edificó el nuevo local, con techo de zinc, un aula grande para todos los grados y dos habitaciones laterales para la vivienda del docente.
Una biblioteca
Con la escuela rural surgió la “Biblioteca Juventud Agraria”, para facilitarles libros de los más diversos géneros a niños y adultos. Llegó a contar con más de 700 volúmenes y en el año 1918 fue anexada a la escuela, y tras sucesivos traslados, su identidad original se perdiera en la ciudad de Villa María.
En el año 1988 se le impuso el nombre de Rosario Valentina Navarro en honor a la docente que permaneció allí durante 25 años.