Los barrios del sector noroeste de la ciudad fueron, como siempre, unos de los más afectados por este fenómeno climático. Al agua de caída directamente por la lluvia se sumó la que ingresó desde los campos aledaños, que descargan en ese sector.
Un recorrido por esos barrios permitió ver cómo el agua ingresó cerca de medio metro en algunas casas, hubo gente evacuada, y otros que vieron cómo sus muebles y ropa se les arruinaba.
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Una vecina de calles Las Violetas mostraba indignada cómo se le había arruinado un sofá que todavía no había terminado de pagar. “Estaba durmiendo y una vecina me vino a despertar de madrugada. Cuando bajé los pies de la cama, tenía toda el agua adentro. Un sobrino me ayudó y pude sacar algo. Pero se me mojó toda la ropa de la cómoda, la heladera y el sillón”, contó doña Concepción.
Pasó la noche sin dormir, ayudada por vecinos, tratando de limpiar su casa. “Hay que seguir adelante”, se resignó.
Por el sector, era común en la mañana del domingo ver camionetas y vehículos trasladando muebles y ropas de casas que se vieron afectadas, en búsqueda de un lugar seco para ubicarse y tratar de recuperar algo del daño provocado por el temporal.
Frente al Cementerio, una de las calles fue cortada.
En la zona de Escuela Superior de Lechería, el pavimento se rajó.