Dalila Ramonda es bombera desde los 14 años en Pasco y combina su principal vocación con la abogacía, la docencia y ser estudiante de enfermería.
“A dónde vos salís corriendo, yo tengo que entrar. A dónde vos cerras los ojos, yo tengo que mirar”, sus emocionantes palabras.
La vida de Dalila es una montaña rusa dónde se cruzan días dedicados a combatir los incendios forestales en las sierras, a cumplir con su profesión de abogada y a seguir formándose cómo estudiante de enfermería.
Bombera desde los 14
En una charla con Villa María VIVO, Ramonda contó que ingresó como bombera en 1995 en Pasco. “En ese tiempo, los menores de edad podían sumarse como bomberos. No teníamos cuartel. Recién en 1997 nos dieron la personería jurídica”, detalló.
Fui de unas de las primeras bomberas en sumarse y además como mujer. La historia movediza de Dalila continúa con un ingreso a la Armada Argentina en 1997. Se fue a Buenos Aires, pero continuó con su vocación de combatir el fuego.
“En la Armada hacia lo mismo. No en incendios forestales, pero si en otro tipo de estructuras. Después volví a Pasco, me dieron el alta y volví a ser bombera acá”, explicó.
Su vida, una montaña rusa
Dalila es docente en el colegio de Pasco y además abogada. Cómo si esto fuera poco, se sigue formando en enfermería para mejorar su actividad como bombera.
“Una siempre quiere crecer como persona y como bombera. Si hay algún accidente puedo canalizar y darles los primeros auxilios a las personas”, contó.
Sobre su vida, relató: “una tiene otra vida en paralelo, una eligió esto porque es una vocación. Nos arriesgamos y es gratificante. Las personas nos dicen muchas gracias y eso paga todo”.
Un día en la vida de Dalila como bombera
Dalila fue convocada junto a sus compañeros para combatir los incendios forestales en Alpa Corral. “Fuimos por una guardia de 48 hs. A las 7 salimos para una ladera que teníamos que combatir. Ese día volvimos a base a las 16:30 hs y volvimos a salir”, contó.
Mientras combatían el fuego, un vecino les avisó que se quemaba un árbol cerca de su cabaña: “viene un chico corriendo que me gritaba ‘muchacho, muchacho’. Me comentó que se estaba prendiendo fuego cerca de su cabaña. Les avise a mis compañeros y nos fuimos para allá”.
Con pocas horas de descanso, volvieron a salir al otro día para controlar el fuego en tres pinares de la zona.
“Ahí rescatamos unas vacas 20 que estaban atrapadas en un corral. Cruzamos un arroyo y a cortar alambre para salvar a las vacas. Me preocupa el pulmón verde que estamos perdiendo y todo por actividad del hombre”, reflexionó.