María Eugenia González es una villamariense de 46 años que a través de un análisis de sangre se enteró de que podía salvarle la vida a su hermano Juan Manuel. El 30 de enero fue convocada para donarle médula y el 6 de marzo se concretó el trasplante que tiene detrás una historia familiar que resalta la importancia de dar.
Entre los ocho hermanos, fue María Eugenia quien tuvo el cien por ciento de compatibilidad, “los médicos nos dijeron que fue muy raro, porque casi siempre la compatibilidad es entre personas del mismo género”, contó a Villa María VIVO! la mujer que vive en la ciudad y sabe de donaciones, trasplantes y esperas.
En 2004 María Eugenia perdió a Victoria Pérez, su hija que estuvo en lista de espera del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (Incucai), durante poco más de un año en emergencia nacional a la espera de un trasplante de corazón y pulmón que nunca llegó.
Victoria murió a los 12 años y durante sus años de internación en Buenos Aires estuvo acompañada por Juan Manuel, además de su mamá, “él fue como su papá para ella”, mencionó María Eugenia.
Durante aquel tiempo, Juan Manuel hizo familia en aquella provincia y se quedó a vivir allí.
Años después le detectaron leucemia y fue él quien necesito que su hermana viaje a darle vida.
El 13 de febrero María Eugenia recibió un llamado solicitándole que en cuatro días se presente en la Clínica de la Familia del barrio porteño de Once. Aquel día comenzó el tratamiento para, finalmente el jueves 5 llevar a cabo el trasplante.
“Me hicieron estudios, análisis y ambos debimos inscribirnos en el Incucai como donante y mi hermano en lista de espera”, contó a Villa María VIVO! María Eugenia y resaltó la información y atención que recibió por parte de los profesionales de la salud durante todo momento.
“Debí colocarme nueve vacunas para estimular las células madres”, explicó sobre el material genético que se trasplanta y aclaró que todo el tratamiento lo realizó de manera ambulatoria.
“El miércoles me interné y el jueves durante cuatro horas y medias estuve sentada en la cama conectada a una máquina que filtraba mi sangre para separarla de las células madres que, horas más tarde, iban a ser trasplantadas en mi hermano”, detalló sobre el proceso. Agregó que, además logró donarle plaquetas.
“Por lo que debí atravesar con mi hija estaba al tanto de cómo trabaja el Incucai y los trasplantes, pero sinceramente no tenía demasiada información sobre la donación de médula ósea”, dijo a Villa María VIVO!.
“Hay que ser donante, no hay que tener miedo”, agregó con la esperanza de que la salud de su hermano mejore, la mujer que hace 16 años perdió a una hija en lista de espera y fue la seleccionada para salvarle la vida a quien la acompañó durante aquel proceso.
Fotos: Analía y María Eugenia González.