Una fortuna familiar, evaporada entre manejos poco claros

El primer testigo que se sentó frente al tribunal que juzga el homicidio de Enrique “Quique” Espósito fue su hermano Jorge (foto superior), quien se enteró del crimen a la mañana del 18 de junio de 2011, estando en Buenos Aires.

Sus palabras no tuvieron mucho que aportar sobre el hecho en sí, porque todo sobre esa noche lo saber por dichos de la viuda, pero desgranó una historia que, según su versión, fue desde una enorme fortuna familiar construida en base a la producción lechera por su abuelo en la zona de Arroyo Algodón, hasta quedarse con millonarias deudas y el remate de casi todo lo que tenían.

El único capital que le quedaba a la familia -dos campos de 112 y 136 hectáreas pegados a esa localidad-, es ahora objeto de una disputa con la viuda de la víctima, Nora Lilian Abelleira, a cuyo nombre pasaron las tierras en una venta simulada para evitar que también se perdieran bajo embargos.

La mujer está acusada de contratar a José Deheza como sicario para matar a su concubino y quedarse con el dinero.

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Nora Lilian Abelleira y José Deheza, imputados por el crimen de Enrique Espósito.

 

Surgimiento y caída de un imperio

Natalio Alba, el abuelo del muerto, fundó en los años 20 cerca de Villa María una empresa con su nombre. Fue creciendo hasta llegar a tener, en los años 60, unas 5.500 hectáreas, 2.000 cabezas de ganado, 4 tambos y una fábrica de leche y quesos que eran vendidos en Buenos Aires.

La pirámide empresarial tenía en la cumbre al núcleo familiar del que había sido excluida la madre del testigo, por haberse casado con un actor de cine. El arte no era bien visto por don Alba, pero tuvo un nieto pianista y cantor -como se definió Jorge-, y otro director de teatro, como era Enrique.

Cuando don Natalio falleció, y más tarde su hermano, la conducción de la empresa fue confiada a un abogado. Al poco tiempo empezaron a surgir compromisos por honorarios de juicios no pagados que llegaron a sumar unos 5 millones de pesos. Era 1991, plena vigencia del 1 a 1.

Cuando la familia reaccionó, pudieron comprobar que mucha de esa deuda era fraudulenta. Pero era demasiado tarde y la única solución fue vender todo. En el 2000, quedaron prácticamente en la calle.

El misterio de los cheques

De las tierras que quedaban en poder de los Espósito, una parte fue vendida a la comuna de Arroyo Algodón. “Lo de la Municipalidad ya está”, le había dicho “Quique” a Jorge días antes de ser asesinado. Pero este aseguró que no sabía bien a qué parte de la operación se refería.

Según dijo que le contó más tarde el intendente Bertetti, la compraventa se había realizado en abril por cerca de 1.160.000 pesos a pagar una parte en efectivo y otra en 15 cuotas con cheques de unos 75.000 pesos cada uno.

¿Qué había pasado con esos cheques?

Según Jorge, su cuñada Nora primero negó saber algo al respecto, y luego le dijo que habían sido secuestrados por la fiscalía de Daniel Del Vö. La sorpresa fue que, el 10 de julio, casi dos meses después del crimen, uno de esos cheques fue cobrado.

En medio de todo esto, se firmaron poderes y contra poderes que daban y sacaban facultades para manejar los destinos de esas tierras, situaciones que terminaron siendo parte de un manejo poco prolijo que lo que quedaba de la fortuna de Natalio Alba.

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Las sugerencias del abogado

En distintos momentos de su testimonio, Jorge Espósito nombró al abogado Juan Rusconi. Lo mencionó como un hombre cercano a la viuda, quien en reiteradas ocasiones le sugirió que “se mantuviera alejado de la investigación” y que dejara que el fiscal Del Vö iba a hacer su trabajo.

Según intuyó Jorge, quería darle a entender que “no era conveniente” que intentaran saber qué había pasado.

R12 oxidado

Otro episodio extraño ocurrió con un auto que tiene Jorge Espósito en Villa Gessell: Una Renault 12 break color azul, con la chapa oxidada. Relató que su cuñada le había preguntado en los días posteriores al crimen si todavía tenía “la Renault”, a lo que él respondió que sí, que era con lo que andaba por todos lados.

Jorge Espósito cayó en la cuenta luego que se había confundido, pensando que le pregunta por una Renault Traffic que todavía usa. El otro vehículo, asegura, está fuera de funcionamiento por rotura de caja y chasis.

Tiempo después, en un café, según cuenta el hermano de la víctima, Rusconi le habría peguntado si no tenía un Renault azul oxidado. Luego vino la frase sugestiva: se dice en el barrio que días antes del crimen hubo un auto así dando vueltas. “¿Qué me quiso decir?”, se preguntó ante el jurado.

Dos robos muy raros

La primera sospecha de Jorge sobre el móvil del crimen de su hermano fue el robo. Pensó que habían ido por la plata del campo vendido.

Y recordó que habían sufrido en esa casa dos robos un tanto extraños.

El más reciente había sido el 28 de diciembre de 2010, medio año antes del asesinato de “Quique”. Ocurrió cuando este regresaba tras un reparto de quesos, y encuentra a su mujer atada y amordazada, flanquead por dos asaltantes.

Según le contó la pareja más adelante, los delincuentes les había dicho que no era algo personal, sino que los mandaba. “No nos diste lo que tenías debajo de la cama”, le reclamaron.

La frese remitía otro robo, 10 años atrás, donde también le exigían “lo que había debajo de la cama”.

¿Qué era?

Una caja en la que Nora guardaba joyas. Y, según relató Jorge, una vez le había pedido a una mucama que le ayudara sacando esa caja de abajo de la cama para guardar un anillo.

La empleada doméstica, que por esto sabía de la existencia de la caja, “tenía una relación sentimental con un policía de Investigaciones de Villa María”, lanzó sugestivamente el testigo en la audiencia por el juicio de la muerte de su hermano.

En dos días, en este juicio se han mencionado varios datos más que llamativos.

Leer también: El parapsicólogo, la viuda, los millones y las sospechas.

Fotos: Villa María Vivo.

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