Tras los incendios en los Esteros del Iberá en Corrientes, científicos locales piensan qué pasa con los humedales locales.
“Un humedal es todo cuerpo de agua, dulce o salado, natural o artificial, que conforma un ecosistema en donde conviven lo terrestre y lo acuático. Puede ser un río, un lago, una salina o hasta la costa del mar“, define la doctora en Ciencias Geológicas y docente de la licenciatura en Ambiente y Energías Renovables en la UNVM, Ana Guzmán.
Los incendios en Corrientes, con uno de los humedales más importantes del mundo, ponen en evidencia lo que distintos sectores ambientalistas y de la academia vienen diciendo. La importancia de discutir lo que sucede en torno a la desprotección que sufren los humedales y la implicancia en relación a la crisis climática.
En ese sentido, la directora del Centro de Estudios de Ordenamiento Ambiental del Territorio del Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la UNVM realiza un análisis sobre las reglamentaciones vigentes, realidad del sector y principales problemáticas.
Desde hace años, el grupo de investigación al que pertenece Ana Guzmán viene trabajando en distintas líneas de investigación y extensión en torno al ordenamiento del territorio, lo que la ha llevado a relevar las condiciones ambientales de diferentes sectores.
Humedales locales: en Villa María
“En primer lugar creo que es indispensable que seamos conscientes de que en Villa María y alrededores tenemos diversos espacios que se constituyen como humedales”, explica Guzmán.
“La conservación de los mismos depende no solo del cuidado que cada uno hace, sino que requiere fundamentalmente de la implementación de normativas preventivas”, señala la investigadora.
Así, destaca que en Villa María se han avistado aves migratorias importantes para la diversidad de esta zona, “por eso el hecho de proteger estos espacios va más allá, debe tener una perspectiva de cuidado integral”.
En relación a lo que sucede concretamente en el radio villamariense y alrededores, la docente comenta que se replica lo que sucede en otros estamentos.
A nivel local existe la ordenanza de protección del Algarrobal, pero “esta no está pensada como una política en favor de un humedal”. “Aunque si preserva ese sector en donde eventualmente conviven lo terrestre con lo acuático. Lo que necesitamos son políticas específicas que atiendan la necesidad urgente de estos ecosistemas en concreto”.
Humedales locales: ¿Por qué Villa Nueva es una oportunidad?
La investigadora destaca el potencial que tiene la vecina ciudad villanovense: “allí la urbanización aún no ha cooptado por completo ciertos sectores”. “Aunque hace poco por ejemplo perdieron una laguna donde había Martín pescador y otras especies por un loteo, si esos espacios fuesen planificados con una perspectiva ambiental se podrían proteger”.
“Desde nuestro grupo de investigación trabajamos mucho resaltando la importancia que tiene proyectar contemplando el ordenamiento territorial ya que eso es lo que va a otorgar previsibilidad a largo plazo”, indica.
De este modo, destaca un proyecto de extensión que apunta a tener información respecto a cuánto conocen los habitantes de su entorno natural.
Faltan políticas a favor de los humedales
Sobre el Proyecto de Ley de Humedales indica que es una propuesta de protección y de manejo de estos espacios a lo largo y ancho del país. Sirve para poder tener un control y un respaldo normativo que impida que “ciertos sectores no sufran alteraciones que luego afecten al ecosistema y los seres que allí habitan”.
Respecto a esto, la docente refiere que el mayor inconveniente que ella percibe tiene que ver con que las políticas son proyectadas con perspectivas de remediación y no de prevención.
“En materia ambiental es muy común ver que se presenta una reglamentación luego de sucederse algún desastre ambiental que altera directamente la vida cotidiana de la sociedad y es imprescindible cambiar ese paradigma”, afirma.
Además, Guzmán remarca que otra problemática que afecta a la conservación natural de los humedales tiene que ver con intereses económicos que principalmente implica el desmonte en las zonas aledañas.
“Al ser el humedal un sistema complejo, no podemos pensar en sólo conservar el espacio donde está el cuerpo de agua, sino que tenemos que proteger un entorno mucho más amplio que eso. Si se desmonta alrededor, cuando llueva toda esa agua va a confluir en el humedal logrando que este se colapse, modificando ese espacio y alterando la vida de todas las especies que allí habitan”, agrega.