Una condena a 4 años y 6 meses de prisión recibió el tatuador Marcelo “Chelo” Finot (47) por la muerte de Cristina Pagnone (foto), ocurrida en enero de 2015.
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Además se le impuso una multa de $ 10.000 y la condena incluye una causa por tenencia simple de droga.
Al mismo tiempo se lo inhabilitó por 9 años para que pueda volver a desarrollar su oficio como tatuador.
El caso
La mujer, de 37 años de edad, había concurrido al estudio de tatuajes que Finot tenía en calle Tucumán al 1300 para hacerse un tatuaje en un lateral de su torso.
Ante el dolor que le causaba la acción, el tatuado le aplicó una dosis de Lidocaína, una anestesia que solamente pueden prescribir odontólogos o médicos.
Luego de retirarse a su casa de barrio Lamadrid, la mujer comenzó a sentir mareos y convulsiones, y a las pocas horas falleció.
La responsabilidad
El fiscal de Cámara actuante en este caso, Francisco Márquez, explicó a Villa María VIVO que la mujer habría pedido al tatuador que le aplicara algún calmante por el dolor que sentía.
Pero remarcó que la autoexposición al riesgo que suponía la administración de la anestesia no exonera al responsable del fallecimiento.
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Recordó además que al momento de la instrucción de la causa se hallaron ampollas usadas y otras sin usar en el estudio del tatuador al que había asistido la víctima.
Finot se encuentra detenido desde hace un año debido a otra investigación de parte de la Fiscalía de Lucha contra el Narcotráfico.
En un allanamiento realizado en su vivienda se encontraron grandes cantidades de droga.
No se llegó a probar que fuera comercializador de estupefacientes, pero la cantidad excedía lo considerado para consumo personal.
En el caso actuó como jueza la magistrada Eve Flores y el secretario actuante fue Guillermo Pico.
Finot fue defendido por dos abogados de Córdoba, uno de ellos llamado Luis León.
¿De dónde vino la anestesia?
La lidocaína es una anestesia que se usa habitualmente en odontología y en otras prácticas médicas, siempre por parte de profesionales formados y habilitados en esta materia.
Una tatuador no cumple los requisitos para administrar dosis inyectables de esta anestesia.
Sin embargo, lo hacía y poseía varias ampollas en su estudio, según se comprobó en el allanamiento.
La pregunta que deja pendiente este caso es cómo hacía Finot para acceder a una medicación de aplicación y administración tan restringida.
Si su proveedor era algún profesional habilitado o la conseguía en el mercado negro de la medicina.