Por Adrián Demichelis (*)
Estimado amigo. En el día de hoy viendo este muro virtual que es el Facebook , me encontré con su página. Con su diario “online” y con su nota titulada: “Villa Nueva ciudad dormitorio”. Debo confesarle que me sacudió el titulo. Mucho. No tanto el contenido. Estadísticas más, estadísticas menos. Autos más, autos menos. Puentes más, puentes menos. La nota refleja, sin dudas una realidad, por eso digo que no me sorprendió.
Lo que si me molestó fue el encabezado. También entiendo que es una manera de atrapar al lector, debo confesar que caí en su red. Es más muchas veces me informo con sus noticias relacionadas a mi región. En este mundo de tanta información, se debe romper con la monotonía de las notas y un titulo sugerente llama la atención. Entiendo esa parte del juego y la profesión.
Pero estimado amigo, quiero aclararle que no es contra usted. Tampoco tiene la culpa, ni se puede hacer cargo de mis percepciones, de mis cuestiones no resueltas. Eso será para mi terapia y para los dirigentes de mi ciudad. Tampoco pretendo estigmatizar, ni polemizar con los que “duermen” en Villa Nueva. Por esto de la oferta y la demanda. De las necesidades y las distancias. No tienen la culpa los que eligen y priorizan sus comodidades. Para nada. Solo le quiero confesar porque y desde cuando me duele su titulo…
Me duele desde aquel día en que la seño Zulema, en el viejo Belgrano, señalo con su dedo índice el mapa político de la Argentina (creo que era así como se decía). Colgaba del pizarrón una lamina de no sé qué material, el cual enrollábamos cuidadosamente y lo devolvíamos a la dirección. Mi maestra apunto con su dedo y dijo: – acá estaríamos nosotros. Donde debería haber un círculo con el nombre de mi ciudad, no había nada. El punto rojo señalaba a Villa María y mi cabecita, de cuarto grado, tuvo que imaginar que al lado estaba Villa Nueva. La plaza Capitán de los Andes, la cancha de Alem. El bar “del Batarás”. Era muy grande mi ciudad para no figurar en los mapas, teníamos muchas historias para pasar desapercibidos.
Me duele desde aquella vez que me agarré a trompadas por un gol sobre la hora en el potrero del Colegio Nacional. No por la derrota, siempre fui de andar perdiendo. Fue porque tuvo el tupe de decirme a la cara: – anda con tu viejo a venderle soda a los borrachines de tu pueblo.
Me duele porque la única vez que me sancionaron en mi laburo, fue por putear a un encargado, cuando me mojó la oreja con su chicanera frase: – si a ustedes le cortan el puente se cagan de hambre.
Me duele porque ahora ya de grande y viviendo en otra ciudad. Por cuestiones de trabajo. En cualquier oportunidad que tengo, digo con el pecho inflado, que soy de Villa Nueva. Es muy triste ver las caras de mis interlocutores y sentir que nadie nos registra. A lo sumo tiran la repetida frase: – si, Villa Nueva, un barrio de Villa María.
Me duele… porque existimos, aunque los del mismo palo jueguen en contra, aunque no nos dibujen en un mapa. Me duele porque la amo. Porque tengo amigos. Porque aprendí, entre humo de choripanes, los Zanotti y Navarro, que se puede vivir en democracia. Porque Galindez en su propaladora, me contó que “la casa estaba en orden”. Y que Burruchaga corría gloriosamente desde la mitad de cancha hasta la nariz del arquero Alemán. Me duele porque tomé mates con Pablo Granado y Don Armando Fabre y todas sus historias. Me duele porque fui feliz y también lloré el adiós más triste del mundo. Porque los huesos cansados de mi vieja duermen para siempre en donde algunos, según el titulo, solo nos usan de dormitorio…
Estimado amigo quiero dejar en claro y repetir, que no es con usted, ni contra su trabajo. Mucho menos pretendo faltarle el respeto a los vecinos de Villa María. Espero entienda que es mucho más profunda la cosa. Puede ser un poco de autoestima baja, lo reconozco. Otro poco de añorar momentos. Pero sepa que es difícil andar peleando contra el silencio. Algunos, aunque lejos, tratamos de construir un sentido de pertenencia. Necesitamos más encabezados que hablen de mi ciudad y sus cosas positivas, para que las próximas generaciones elijan no solo dormir, también soñar en Villa Nueva. Le dejo mi abrazo
(*) Villanovense radicado en San Nicolás de los Arroyos.
Nota: Este texto surgió a partir de la publicación en VILLA MARIA VIVO de: Lo que el corte de puente mostró: Villa Nueva “ciudad dormitorio” y una propuesta que se le hizo al autor para que expresara su opinión al respecto.