Primer día de clases con paro docente: “nos sentimos estafados”

  • Docentes autoconvocados se expresaron mediante un escrito explicando los motivos de la medida de fuerza.
  • Solicitan al gobernador Martín Llaryora ajustar los sueldos, y al Presidente que aporte al diálogo.
  • La situación en Villa María se replica y este lunes la mayoría de las escuelas no abrieron sus puertas.

Este lunes 26 comienza el calendario del ciclo lectivo 2024 para el nivel inicial y medio.

Sin embargo, como desde hace varios años, el primer día de clases, suele haber conflictos entre los gremios docentes y el Gobierno por el salario.

Este 2024 no es la excepción, y el inicio de clases se caracterizó por un pronunciado acatamiento del paro en la Provincia y también en la ciudad.

Desde la UEPC expresaron que, aunque todavía no hay números oficiales, en la provincia de Córdoba se estaría hablando de un 60% de adhesión en cuanto al turno mañana.

Según los primero datos extraoficiales, en Villa María el porcentaje de docentes adheridos al paro sería mayor que con respecto a Villa Nueva.

A su vez, docentes autoconvocados enviaron una carta abierta para hacerla llegar a la comunidad.

No hay clases

Una vez más, como es casi tradición en nuestro país, el primer día del ciclo lectivo los docentes estamos de paro. Algo que no nos hace felices, al punto de que decidir la adhesión a esta medida, implica un diálogo interno entre la necesidad y el deseo.

Pero, lamentablemente, otra vez los gobiernos nos llevan a este extremo.

Que nuestros sueldos sean los más bajos de la administración pública es algo archiconocido. Tanto, que hasta alguna vedette se atreve a cuestionar la elección de la carrera docente, si ya se sabe que es pobre.

La historia del país no registra demasiado reconocimiento a la figura del maestro, a pesar de que todos los candidatos a funcionarios señalan y proponen la mejora de la educación como la única alternativa para el progreso del pueblo.

¿Cuál es la realidad de los docentes de Córdoba hoy? ¿Por qué hacemos este paro? Porque nos sentimos estafados. Porque la situación salarial nos ubica entre la canasta de pobreza e indigencia, dependiendo de la cantidad de cargos que tengamos y la antigüedad.

Porque los sucesivos gobiernos encontraron las mil y una maneras de organizar una ingeniería que calcula los sueldos para que el básico no supere la miseria, para que los jubilados no cobren salarios dignos, para que el aguinaldo sea ínfimo, para que los aumentos impacten miserablemente en los trabajadores con más antigüedad, etc.

Hoy estamos desamparados en cuanto a la salud, con un Apross que NO FUNCIONA, pero para el que se incrementó nuestro porcentaje de aporte. Además, sumamos parte del sueldo para un fondo de enfermedades catastróficas que desconocemos cuáles son, aunque la recaudación es muy abundante. El porcentaje de aporte previsional se vio aumentado también, para contribuir al mantenimiento de la caja.

Las sucesivas leyes y decretos nos fueron castigando para que se perdiera el 82 por ciento móvil de los jubilados, se aumentara la edad jubilatoria, se incorporaran nuevos descuentos y aportes, se burocratizara todo lo que hace al sistema educativo, que demanda cada año más tiempo y esfuerzo por menos remuneración.

Al docente se le exige todo, el docente responde a todo el mundo, porque todos son sus jefes: desde el Presidente para abajo, todo el mundo opina y decide como experto. El desprestigio y la desvalorización se adueñaron de nuestra tarea.

Como si este panorama no fuera lo suficientemente desafortunado, el Presidente de la Nación decidió quitar el incentivo docente o Fonid, que era el aporte que la Nación hacía para mejorar los salarios de los docentes que habían sido transferidos con las escuelas a la jurisdicción de las provincias. Pocos pesos…que, con tan magros salarios, llegaban para dar un pequeño respiro cuando ya quedaban monedas de los haberes del mes.

Durante años, ese aporte fue considerado como parte de los aumentos discutidos en paritarias…hoy ya no contamos con él.

La discusión gira en torno a la responsabilidad. ¿Quién tiene la culpa de todas estas calamidades, Nación o Provincia? Gobernador o Presidente? Con algo de cordura, y pese a las posturas encontradas, lo más maduro sería repartir las cargas. La Nación puede hacer un esfuerzo para mejorar salarios; la provincia debe hacer el esfuerzo para brindar una educación a su pueblo, tal como prometió en campaña, cuando veía las fallas de sus adversarios políticos.

Si los gobernantes se ocupan de pagarnos salarios acordes a la actividad que desarrollamos, seguramente los docentes podremos destinar el tiempo a mejorar
nuestra tarea, para encontrar una vez más el camino hacia la mejor educación posible.

Pero para pensar y desarrollar estas estrategias, deberíamos contar con sueldos que nos permitan comprar un libro, saber que no nos van a cortar la luz o el gas, tener cómo comprarle zapatillas a nuestros hijos, saber que si nos jubilamos no vamos a necesitar otro empleo para vivir, que contamos con acceso a la salud, a los medicamentos, a una vivienda.

Hoy paramos para pedirle a todas las autoridades nacionales, y al gobernador Llaryora, que hagan el esfuerzo para pagarnos lo que merecemos. Que piensen que el estrés de la miseria no es buen condimento para que alguien desarrolle sus mejores habilidades.

Que la materia prima con la que trabajamos es lo mejor que tiene el país: los niños y jóvenes.

Pero para que los resultados de esa interacción sean positivos, necesitamos tener resueltas nuestras necesidades básicas. Alguien que trabajó y aportó al país más de 30 años, merece el acceso a la salud y al bienestar de poder comer diariamente. Con soberbia, amenazas y enfrentamientos no se logrará construir la Argentina que todos deseamos y merecemos.

Invitamos al Sr. Gobernador a mirar nuestra situación objetivamente, y a cumplir con los acuerdos, recordando que por las aulas pasan los hijos de todos; al Presidente, le pedimos que se sume al diálogo, única forma posible de construir una nación y no destruirla.

A las familias, a exigir al gobierno el acceso de sus hijos a la educación, en instalaciones adecuadas y confortables, donde puedan formarse como seres pensantes, que sepan elegir autoridades que no les quiten sus derechos.

La educación es esencial, como quedó demostrado en la pandemia que nos tocó vivir. Pero también es esencial que los educadores podamos vivir con nuestros sueldos. NO queremos otro inicio de ciclo lectivo con paro.

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